¿Sabes en qué año se comenzaron a usar calzoncillos? ¿Y que los primeros que se usaron eran de piel de puerco espín y de lino? De hecho, cuando se abrió la tumba de Tutankamón en 1922 se encontró una de estas prendas fabricada en lino, uno de los primeros calzoncillos de los que se tiene constancia. Estos y otros hechos nos demuestran que los calzoncillos son casi tan antiguos como el ser humano, y que la tendencia a tapar las partes íntimas siempre ha formado parte de la historia. No se puede negar que la historia del calzoncillo y la evolución de esta prenda ha sido excepcional hasta llegar a los diseños actuales.
Los primeros calzoncillos conocidos
¿Cómo sabemos los materiales con los que se fabricaron los primeros calzoncillos? Pues bien, en 1991, una pareja de montañeros encontraron en Los Alpes el cadáver de un pastor neolítico de hace unos 5000 años. Cuando lo desenterraron del hielo, se descubrió que llevaba puestos unos calzones elaborados con piel de cabra. Haber estado enterrado en el hielo permitió conservar el cuerpo y las prendas que llevaba, hasta llegar a nuestros días en muy buen estado.
No podemos saber si los de Ötzi, el hombre de hielo, o los de Tutankamón fueron los primeros calzoncillos que se usaron en la historia de la humanidad, pero sí son los primeros de los que tenemos constancia.
En el Antiguo Egipto, la apariencia, tanto exterior como interior, era de suma importancia, por lo que la idea de que el lino, un tejido noble y puro, fuera el elegido para confeccionar las prendas íntimas, no es en absoluto descabellada.
Podemos hablar también de los romanos, que en época de gladiadores ya usaban una especie de pañales a los que ellos denominaban subligaculum. Y no los usaban solo los gladiadores, sino que los trabajadores se los ponían para proteger sus genitales. Estos se fabricaban en lino o lana y llegaban hasta la parte del vientre, donde se sostenían con una especie de cinturón de cuero.
Los siglos pasaron y los calzoncillos evolucionaron, pero no sería hasta la Segunda Guerra Mundial cuando sufrieron un cambio radical. La escasez de materiales hizo que los típicos calzones largos hasta las rodillas pasasen a ser más cortos, para ahorrar tejido. De esta forma de economizar recursos nacieron los diseños que darían lugar a los actuales slips.
También a partir de esta época cambiaron los principales tejidos utilizados. Del lino y la lana se había pasado a la hegemonía del algodón, que empezó a convivir con nuevos materiales como el látex o la lycra.
El papel de la lencería femenina en la historia del calzoncillo
Con la Revolución Francesa, a finales del siglo XVIII, la lencería femenina sufrió un cambio radical, dado que se empezaron a reconocer problemas de salud asociados al uso de las prendas interiores de la época. Se demostró que los corpiños y corsés provocaban desmayos, abortos, causaban infertilidad, daños en las costillas y reducían la capacidad pulmonar.
Casi un siglo y medio después, en los años 70 del siglo XX, llegó la liberación femenina y se comenzó a fabricar ropa interior para mujer mucho más cómoda con materiales suaves que se adaptaban al cuerpo. A medida que pasaba el tiempo, la lencería femenina se tornaba, además, más sensual.
¿Cómo influyeron estos cambios de la moda interior de mujer en la historia del calzoncillo? Pues no hay duda que los avances en la confección de las prendas femeninas pusieron en marcha la inventiva y creatividad de los diseñadores de ropa interior masculina. Se buscaban prendas más cómodas, pero también sexys, a la altura de lo que las mujeres podían ofrecer.
Por otro lado, también se empezó a tener en cuenta la salud a la hora de diseñar este tipo de prendas interiores. Al igual que en el caso de las mujeres se reconocían problemas asociados al uso de ropa interior poco confortable, los hombres también presentaban problemas de salud originados por modelos de calzoncillo poco adecuados. La forma o los tejidos insalubres se cambiaron para dar prioridad al confort.
En resumen, la historia del calzoncillo no tiene una fecha de origen determinada, pero se cree que se remonta a más de 5000 años atrás, como muy bien muestra el caso del hombre de hielo o la momia de Tutankamón. De la piel se pasó a tejidos como el lino, para llegar al algodón en el siglo XIX y comenzar a innovar con tejidos sintéticos en el siglo XX.